El artista 3D Tor Frick ha demostrado con su reconstrucción de un laboratorio de ciencia ficción que se pueden ambientar escenarios de videojuego reutilizando una pequeña textura (de 256×512 píxeles) hasta la saciedad.
Con esta asombrosa y sagaz economía de medios se reducirían los procesos de carga al no haber una textura para cada material. Visto el resultado, bien podría aplicarse a esas estancias clónicas que encontramos en la mayoría de juegos:
Según aclara el autor, ha empleado dos versiones de la misma imagen: una para difusión y máscaras y la otra para aplicar el mapeado normal. Jugando con las máscaras, las opciones de fusión y los canales de las imágenes, ha conseguido gran fidelidad visual y variedad con tan poca cosa:
Señores que llenan los soportes de juego de información insustancial, tomen nota. Aplausos para este artistazo.